Las personas que comienzan a practicar deporte para
adelgazar se sorprenden muchas veces con el aumento de peso, si bien perciben
que su cuerpo está más ligero
Ganar peso es motivo de preocupación
para más de la mitad de la población, y esta inquietud se torna casi en
obsesión en las fechas en las que estamos, próximas al verano. Esto lleva a
poner remedio: combinar una dieta ordenada y equilibrada y un buen plan de
actividad física diseñado para tal fin. El problema viene cuando, quien lo
practica, tras semanas de esfuerzo y rutina, se sube a la báscula y ve ganancia
de peso, pese a verse más ligero. Desconcierto y preocupación a partes iguales.
Se hace ejercicio para perder peso, y resulta todo lo contrario. ¿Tiene esto
algún fundamento? ¿Hay algo en lo alimentario o en el método de ejercicio que
explique este fenómeno? A lo largo de
estas líneas, y de la mano de un especialista en nutrición deportiva, se
responden estas dudas, además de romper con algunos mitos muy arraigados entre
quienes practican deporte.
Ganar peso al
comenzar a hacer ejercicio
¿Por qué se gana peso
cuando se empieza a hacer ejercicio? La respuesta de Julen Aldaya,
dietista-nutricionista especializado en nutrición deportiva, es muy
clarificadora: "La metabolización de los nutrientes y la optimización de
los recursos energéticos no es igual en una persona sedentaria que en otra que
hace ejercicio de alta intensidad". Según Aldaya, esto tiene que ver con
el concepto de nutrición deportiva relativo a los depósitos de glucógeno. Nuestro cuerpo almacena la glucosa en
forma de glucógeno, y los músculos son el mayor depósito del organismo. Una vez
llenos estos depósitos, la glucosa restante se convierte en grasa; este proceso
es irreversible.
Los músculos de una
persona sedentaria captan menos glucógeno (se estima que la mitad). Además, no
se vacían, ya que este glucógeno se gasta en ejercicio de alta intensidad.
Cuando una persona sedentaria comienza a hacer ejercicio, una de las primeras
adaptaciones fisiológicas que se produce es la del aumento de la sensibilidad a
la insulina y la capacidad para captar más glucógeno en sus músculos. Según el
experto, si se atiende a que "cada gramo de glucógeno retiene 3 gramos de
agua, en un principio, se puede aumentar de peso. No obstante -aclara-, este
peso no es más que agua en nuestros músculos: aunque la báscula indique más
peso, la imagen que vemos es la de un cuerpo más firme y tonificado".
Para que este cambio
no sea motivo de preocupación, sino todo lo contrario, es recomendable hacerse al inicio un estudio antropométrico (medir
los porcentajes de grasa, masa magra, masa ósea) para comprobar en los meses
sucesivos cómo ha habido un balance positivo hacia la pérdida de grasa
corporal, justo el objetivo inicial propuesto. Julen Aldaya concluye en este
aspecto que "si se gana masa muscular y se pierde grasa, la mejora de la
composición corporal, de la imagen corporal y del rendimiento físico será
considerable".
Hago ejercicio
y tengo más apetito, ¿es normal?
El tipo de ejercicio
que se haga es el que determinará que se acentúe más el apetito después del
esfuerzo. Según el nutricionista, "el ejercicio de baja intensidad aumenta
el apetito y el de alta lo reduce". Y concluye asegurando que esta es una
de las razones por las que "el ejercicio aeróbico en exclusiva no es una
de las mejores formas de perder grasa".
Los siguientes
consejos son muy valiosos para tener en cuenta según el objetivo que se
persigue y según el tipo de ejercicio que se prevé llevar a cabo:
· 1.
Ejercicio aeróbico. Si se realiza un ejercicio aeróbico (baloncesto,
correr, patinar, bicicleta, danza, etc.), no conviene hacer una comida rica en
hidratos de carbono justo antes. Tampoco si se tendrá una actividad sedentaria
prolongada.
· 2.
Ejercicio de fuerza: pesas. Si está previsto realizar pesas,
convendría comer hidratos de carbono (arroz y otros cereales, como cuscús,
bulgur, avena...) y proteínas (carnes magras, pescados, huevo, proteína vegetal
de soja o seitán), antes y durante la práctica.
Así, quien tiene un partido de fútbol, ese día y el
día anterior, debería comer hidratos de carbono suficientes como para
asegurarse de que llega al encuentro deportivo "con el depósito de
glucógeno lleno, la reserva". Una vez acabado el ejercicio, es el momento
idóneo para compensar las pérdidas, puesto que es cuando más sensibles están
esos depósitos musculares. Según el especialista, puede no ser recomendable
tomar hidratos de carbono por la noche, antes de dormir, excepto que se haya
entrenado a última hora de la tarde.
Dieta, fuerza e
intensidad
Existe un amplio
sector de población, no entrenado, con poca costumbre de hacer deporte, que
quiere iniciarse en la práctica semanal de una actividad física -en mayor
medida, en gimnasio-. En estos casos, ¿hay una combinación más efectiva para
perder peso? A la hora de elegir las herramientas más eficaces para mejorar la
composición corporal, Aldaya es muy claro:
· 1.
Una buena dieta. La dieta es la base. Las decisiones en este aspecto
pueden favorecer las adaptaciones al ejercicio o directamente echar por tierra
el esfuerzo realizado.
· 2.
Un buen programa de pesas. Es el ejercicio que ha
demostrado las mayores mejoras en la composición corporal. El hecho de aumentar
o mantener la masa muscular mientras se pierde grasa en una dieta hipocalórica
consigue que luego podamos conservar ese peso con mayor facilidad. Producir ese
músculo y mantenerlo cuesta energía, y al tener más, es obvio que se puede
gastar mucho más durante el ejercicio.
· 3.
El entrenamiento de intervalos de alta intensidad.
Hoy en día sigue demasiado extendido el mito de que para adelgazar lo mejor es
salir a correr o hacer bici unos 30-40 minutos de forma suave cuatro veces por
semana. Y de lo que se trata es, realidad, de intercalar series de alta
intensidad con descansos a baja intensidad. En una revisión científica sobre el
entrenamiento de intervalos de alta intensidad -publicada en el Journal of
Obesity, en 2011-, se corrobora la efectividad de esta modalidad deportiva
en la pérdida de peso, al comprobarse la mejora en los resultados en la
composición corporal en comparación con el entrenamiento aeróbico convencional.
Una de las conclusiones del autor, el doctor Stephen H. Boutcher, de la
Universidad de Nueva Gales (Australia), es que la brevedad de estos protocolos
de ejercicios puede ser un atractivo para la mayoría de las personas
interesadas en la reducción de grasa, dado que la falta de tiempo es el principal
motivo de deserción en la práctica regular de ejercicio.
Entrenar para
perder grasa
Hay
muchos protocolos y estos deben ser planificados con cuidado por un profesional
experto en nutrición deportiva y en fisiología humana, en particular, para
deportistas de medio y alto rendimiento. No es comparable el físico de un
corredor de maratón o un ciclista de fondo con el de un sprinter (ya sea
en pista o de ciclismo). En el caso de quienes entrenan para perder grasa,
Aldaya comparte uno de los más utilizados y estudiados en la bibliografía, el protocolo
Wingate: en bici estática, 30 segundos de sprint al 100% con una
resistencia bastante alta, y 3 minutos de descanso con menos resistencia y un
pedaleo más suave. Repetir esta serie 4 veces y añadir una serie más por semana
hasta llegar a 6 repeticiones. Un deporte que encaja dentro de esta
práctica es el spinning, rodeado de gente, con música y un entorno
motivante, ya que, tal y como concluye el experto en nutrición deportiva,
"lo mejor para perder grasa es buscar la opción más efectiva, a la par de
llevadera y motivadora".
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